Angelino, trabajador en Alemania, convence a Pepe, sacristán de su pueblo, para que emprenda la aventura de la emigración. El sueño germano comienza para Pepe a las cinco de la mañana limpiando cristales y concluye a las doce de la noche pegando carteles. De todos estos problemas se libera Pepe cuando decide regresar al pueblo.
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