Christina vive en Bélgica. Trabaja de camarera en Charleroi, en un restaurante en donde también trabaja su novio Marco, con quien vive en su casa. Pero Christina no es feliz, le falta algo. No soporta la idea de pasarse sus días en ese trabajo, en esa ciudad, etc. Por eso, cuando su abuela de origen italiano, a la que ella estaba muy unida, fallece y le deja en herencia una casa en la lejana Córcega, sus sueños de cambio se harán realidad. Sin embargo, sus padres y su novio se oponen a que ni siquiera viaje a la isla para ver la propiedad. Ellos son partidarios de vender cuanto antes y quedarse con el dinero. Pero Christina no se quita una idea de la cabeza: trasladarse a Córcega.
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