Tasio vive en un pequeño pueblo navarro de la sierra de Urbasa, donde trabaja como carbonero. La vida cambia pero el monte sigue ahí, abrupto y hermoso. Así lo ha visto y lo ha sentido Tasio durante toda su vida. El bosque es el escenario de sus juegos infantiles, pero es también el lugar donde encuentra el sustento para su familia. Con catorce años se hace carbonero y, siendo adulto, a esta actividad añadirá la caza furtiva. A pesar de que es la época del éxodo rural, de la emigración a las ciudades en busca de un futuro mejor, Tasio prefiere quedarse y vivir en el monte, en la más absoluta soledad, con tal de salvaguardar su libertad.
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