Harold, un tipo gris, inspector de hacienda, sigue su rutina diaria con precisión casi kantiana. Una voz en off femenina, con perfecto acento británico, nos informa del número de veces que su cepillo de dientes acomete la limpieza de la dentadura, o de los pasos que da cada mañana para tomar el autobús, siempre a la misma hora. Pero un día. ¡comienza a escuchar la voz de esa narradora! Algo de lo que no es consciente dicha narradora. Y según ella, el destino de Harold es la muerte inminente. Inicialmente, Harold cree que puede estar volviéndose loco, y acude a una psiquiatra. Pero su siguiente paso es consultar con un profesor universitario de literatura, que le va a iniciar en los mecanismos narrativos de la novela. Y trata de detectar la aplicación de esos recursos en su vida cotidiana, donde ha irrumpido la joven Ana Pascal, dueña de una pastelería que está inspeccionando.
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