La historia arranca en 1995 cuando se abre el testamento de Francesca Johnson, una mujer de origen italiano considerada modélica como madre y como esposa. A partir de aquí y mediante unas notas encontradas en el arca donde guardaba lo más privado, sus hijos Caroline y Michael descubren la clave de la vida de su madre. En su última voluntad Francesca les pide que sus cenizas sean esparcidas al viento, junto a los puentes cubiertos de Madison County, en Iowa. Los mismos que en el otoño de 1965, treinta años antes, quiso retratar Robert Kincaid, un fotógrafo de la National Geographic con el que Francesca mantuvo un apasionado romance.
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