Durante un robo nocturno, Ismael López de Matauko, dispara a la dueña de la casa. Antes de abandonar el lugar, el hombre descubre un trozo de chocolate del que se apodera con rapidez. El asesino siente una extraña presencia: los ojos de una niña le amenzan en la oscuridad.
Años después, Ismael comparte su oscura y violenta existencia con Maite, una mujer unida a él por una insana dependencia emocional. La casual aparición de la niña, convertida en una bella joven de aparente incapacidad mental, producirá en el asesino una obsesivo sentimiento de curiosidad y atracción que cambiará radicalmente la vida de los tres.
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