Tras ganar el oro en los 400 metros lisos en los Juegos Olímpicos de París 1924, el escocés Eric Liddell vuelve a China, su país de nacimiento, para trabajar como misionero. Cuando en 1937 estalla la segunda guerra Chino-japonesa, Liddell decide quedarse para ayudar a las víctimas civiles.
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