Pobres trabajadores. ¡Tras cornudos apaleados! El trabajo es una maldición, Saturno. ¡Abajo el trabajo que uno tiene que hacer para ganarse la vida! Ese trabajo no honra, como dicen algunos, solo sirve para llenarles la andorga a los cochinos explotadores. En cambio, el que se hace por gusto, por afición, ennoblece al hombre. Ojalá todos pudieran trabajar de ese modo. Mírame a mí: yo no trabajo aunque me ahorquen. Y ya ves, vivo mal, pero vivo sin trabajar.