—Ante todo tienes que tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a dios. El nunca quiso tenerte. Con toda probabilidad, el te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte.
—¿Ah no?
—No le necesitamos
—Eso es cierto conozco un lugar…
—¡Que se jodan la maldición y la redención. Somos hijos no deseados de dios. Así sea!