Un alto ejecutivo de un importante museo norteamericano vive obsesionado con la idea de obtener un cuadro expuesto en una sala propiedad del centro en el que trabaja. Después de sopesar las diferentes posibilidades para hacerse con dicho lienzo, Alex recurre al ingenio para burlar la alarma y las cámaras de seguridad del edificio y, de esta forma, cambiar el cuadro por una copia de éste, sin levantar demasiadas sospechas. El plan urdido por él mismo apenas recibe ayuda externa y durante un día normal de trabajo, a plena luz del día, logra su propósito sin que las cámaras puedan demostrar, aparentemente, el canje de la valiosa pintura.
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