Andy, un boxeador que se alzó con la corona de los de su peso, vive ahora prácticamente en la miseria, acompañado de su hijo de corta edad. El campeón se ha refugiado en el alcohol y los dados, manteniendose a base de rachas de buena suerte. Todavía acuden a él las sanguijuelas de los cuadrilateros, que pretenden montar combates al olor de la nostalgia que el nombre de Andy aún suscita en los aficionados.
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