Una fiel adaptación de la célebre novela de Bram Stoker, que se inspiró en Vlad IV Tepes (el empalador) Draculea (hijo del diablo), heredero de Vlad III Dracul, descendiente de los hunos. A pesar de esta anunciada fidelidad a la obra de Stoker, Coppola introduce algunas alteraciones, como el prólogo en el que narra que tras vencer a los turcos, Vlad Draculea encuentra a su mujer muerta. Decidió quitarse ella misma la vida al recibir una traidora carta otomana que le comunicaba la muerte de su esposo. Por esto, Vlad Draculea maldice a Dios y es condenado al sufrimiento eterno en la tierra, convertido en un vampiro. Casi medio siglo después, el conde Drácula, interpretado por Gary Oldman, solicita los servicios de un joven y ambicioso abogado llamado Jonathan Harker (Keanu Reeves), con el fin de realizar las escrituras para la compra de un castillo de Inglaterra. Por casualidad, Drácula ve la fotografía de la novia de Jonathan, Mina (Winona Ryder), y se obsesiona con que es el vivo retrato de su amada. Cuando Drácula llega a Londres, deberá enfrentarse al profesor Van Helsing (Anthony Hopkins), experto en exterminar vampiros.
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