Desde el momento en que Bart arranca a Danny de los brazos de su madre, éste es tratado y educado como un perro salvaje. Se convierte así en un arma letal que obedece a la primera orden y ataca sin dudarlo. Apartado del mundo, Danny no tiene otra elección que aceptar esta existencia de bestia, hasta que un día por casualidad, conoce a Sam, un ciego que se gana la vida afinando pianos.
Sam y su hijastra, Victoria, serán los encargados de mostrarle a Danny ese desconocido aspecto humano que hasta entonces tenía prohibido.
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