En la cárcel de máxima seguridad Rebibbia, en Roma. Fabio Cavalli dirige un taller de teatro con los presos, todos los años preparan a conciencia una obra de teatro en la que ponen toda su pasión, conservando en su italiano el deje del dialecto, pero acomodándolo a la posición social del personaje que toca representar. Convictos por asesinato o por asociación con el crimen organizado, encuentran en las tablas otro yo con el que se expresan y que podría, tal vez, ayudarles a redimirse.
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